MEMORIAS DE UN SIETEMESINO
Narradas por su protagonista, don Claudio Béjar y Paredes,
oficial de Infantería de la promoción de ‘los sietemesinos’, retirado del
Ejército a petición propia.
Firmadas en noviembre de 1879 a cinco kilómetros de Málaga.
Novela episódica y humorística, publicada en 1919.
Por don PABLO PARELLADA (“MELITÓN GONZÁLEZ”)
“Poco duraron mis
estudios. Habíase encendido la guerra civil carlista. Faltaban oficiales y se
dispuso que ascendiéramos a alféreces los que tan solo llevábamos siete meses
en la Academia. Por eso nos llamaron la promoción de
los sietemesinos[1].
He aquí por qué me adjetivo sietemesino
en el título de este libro.”
Del capítulo X. CADETE Y ALFÉREZ, de
esta novela.
PRESENTACIÓN
APRECIADO lector: soy Claudio Béjar, oficial retirado del
Ejército a petición propia. Me presento a ti para tener el honor de estrechar
tu mano y contarte lo siguiente:
Estando yo en activo servicio, salí con mi regimiento a un
paseo militar. A media hora de la ciudad, un compañero me hizo observar una
casita blanca situada a la izquierda y a cosa de unos quinientos metros de la
carretera. “En aquella casita -me dijo mi
compañero- vive un señor aislado de la
sociedad, completamente solo; un misántropo. En la flor de su vida era un
hombre sencillo, ingenuo, todo corazón y lleno de buena fe; pero fueron tales
las contrariedades, decepciones y desengaños sufridos, que tomo aversión al
género humano; compró esta casita, y en ella vive desde hace unos veinte años,
dedicado a cuidar su huerta y sus pajarillos, sin tener noticias del mundo, no
consentir que persona alguna se le acerque si no es un viejo criado que le trae
los necesario de la ciudad.”
Yo, mi querido lector, también sufrí crueles desengaños y
padecí grandes amarguras; pero tuve la suerte de contar con las advertencias de
un sabio consejero, tío carnal mío, el cual me enseñó a sobrellevar con
resignación y paciencia las contrariedades de la vida; y como haciéndolo así
nunca perdí la esperanza de ser feliz, por fin alcancé la mayor felicidad a que
el hombre puede aspirar sobre la tierra. Así espero demostrártelo en el siguiente
relato, en el cual encontrarás entrenamiento honesto, sin verdosidades. Si
alguna palabra te pareciese poco aseada, perdón te pido por anticipado, y ten
por seguro que no la escribí olvidándome del respeto que mereces, sino porque
no pierda lo que de pintoresco necesita. Ten muy presente que esta novela es
histórica en lo que se refiere a mis amores, pero es humorística y fantástica
en lo tocante a los asuntos militares, engarzados en ella; todo son anécdotas
que me fueron contadas en broma y jamás ocurrieron, con las del Pi con erre,
blocaus blindado con pintura, la del General Longarilles, las deficiencias en
los suministros, etc., etc. Todo lo que puse por entender que puede incitar a
la risa precisamente por lo absurdo de que tales hechos hayan ocurrido.
Te desea todo género de bienandanzas y te saluda
afectuosamente,
Claudio BÉJAR.
A cinco kilómetros de Málaga, Noviembre de 1879.[1]
[2]
[1] Hacemos
constar: estimamos que las memorias del oficial ‘sietemesino’ don Claudio Béjar
vienen a coincidir cronológicamente con
las historias que don Benito Pérez Galdós narró en la inconclusa Quinta Serie
de sus Episodios Nacionales: España sin rey, España trágica,
Amadeo I,
La Primera
República, De
Cartago a Sagunto, Cánovas,
Sagasta
(en proyecto).
[2] El redactor
de estas anotaciones a pie de página opina, razonadamente, que don Pablo
Parellada no fechó correctamente el cierre de estas Memorias de don Claudio Béjar.
Con la trazabilidad de las fechas y hechos históricos que el autor describe,
posiblemente lo correcto es que la novela se cierre tres años más tarde, en 1882,
por coherencia.
Me explico:
La Mudanza del pueblo a la capital del joven Claudio y su Padre es en 1867; a poco, varios capítulos de la Revolución de 1868. Ya huérfano, en Toledo con su tío Exuperio Béjar, los hechos históricos y el pase a Retiro del Coronel Tirabeque señalan que 1873 es el año de egreso de Claudio de la Academia de Infantería y su primer destino al Regimiento de Sobreda; al Regimiento de Pandolfa debió llegar en el primer semestre de 1874. El destino a ultramar, Cuba, del alférez Béjar se puede situar en 1875. El regreso a España del teniente Béjar, muy enfermo, fue tras la Paz de Zanjón, en el segundo trimestre de 1878. A final de ese año se incorporó al Regimiento de Pamplona, tras la estancia en el hospital militar de Santander y la convalecencia de dos meses en Toledo. Fue un destino breve, y al poco lo destinan a Canarias; pasó por Málaga para embarcar durante el Carnaval de… 1879… y durante ese año tenían que comer en los cuarteles de Gran Canaria los víveres en mal estado acumulados por orden del Mando a causa de la Guerra Ruso-Turca (1877 – 1878). El tener que estar un año en el destino insular, el Capitán Béjar llegó al Regimiento de Sevilla a principio de 1881. En el traslado a la guarnición de Madrid fue el encuentro con la viuda Aurora, quién cita que han pasado dos años desde que se vieron en el Carnaval de Málaga (que debió suceder, por coherencia, en 1879). En el invierno 1881/1882 el Capitán Béjar viaja a Más de Cuatro en busca del maletín que le robaron en el tren, y enferma. En la primavera (de 1882) matrimonia con Aurora, y a poco pide el pase a la situación de retiro, causando baja en el Ejército.
Escribe sus Memorias de
un Sietemesino, y las cierra en ¡noviembre de 1882!, aunque en el libro
se cite noviembre de 1879.

